Honestamente, The Wild Hunt no me pareció un mal disco. Es más: creo que fue injustamente castigado por los fans, quienes extrapolaron «They Rode On» (que son como ocho minutos de los instantes finales de «Waters of Ain») a la percepción general del disco, trabajo que no se destaca precisamente por ser lento (quizás «The Wild Hunt» y «Holocaust Dawn» sí) ni poseer voces limpias. (más…)
En el libro In Search of the Dark Logos [1], abordamos la existencia de los Logoi como tres visiones del mundo o tres paradigmas fundamentales de la filosofía. Los definimos así:
1. El Logos de la Luz = el Logos de Apolo 2. El Logos Oscuro = el Logos de Dionisio 3. El Logos Negro = el Logos de Cibeles
Mencken: ¿anarquista de derecha? ¿Oxímoron o simple provocación? ¿No hay una cierta ironía en querer clasificar a alguien que, durante toda su vida, ha tratado de permanecer inclasificable, desdibujando las cartas, prohibiendo que se le encasille? Descrito como escéptico, iconoclasta, satírico, crítico literario, editorialista y redactor-en-jefe, se encuentra en la encrucijada entre el periodismo y la literatura, la filosofía y la edición. (más…)
La nación está formada por los muertos, los vivos y los que nacerán dentro de la comunidad. No se reduce a una aglomeración de individuos, como diría la teoría del contrato social, porque los hombres no vienen al mundo antes que la sociedad. Tampoco es un término sencillo aplicado a realidades heterogéneas. La nación está hecha de carne y espíritu, es un ser biocultural que permanece idéntico a sí mismo, mientras mantenga la vida. (más…)
Ahora podemos abordar el problema más difícil: el de la relación de la nación con la etnia. ‘Etnia’ es una palabra nueva; no es casualidad que apareciera en Francia.[1] Alemania, al igual que los otros pueblos que reivindicaron en el siglo XIX el «principio de las nacionalidades», tiende a confundir etnia y nación, porque un pueblo que quería constituirse como nación a la vez sólo podía hacerlo apoyándose casi exclusivamente en el criterio étnico. (más…)
He escrito antes sobre por qué no soy «conservador». Con el debido respeto a los conservadores intelectuales serios como mis amigos del Charlemagne Institute, alrededor del 99% de los conservadores al estilo estadounidense son el equivalente político de los fanáticos de Joel Osteen, incluso en sus mejores momentos.
Reproduzco aquí en su totalidad un artículo seminal que publiqué en Le Figaro el 1 de febrero de 1999, bajo el título: «La soberanía no es Identidad». Este artículo formaba parte del debate provocado por el Tratado de Amsterdam y las discusiones sobre la futura UE.
Mi intención era liberar las mentes de aquellos que ven la historia desde una perspectiva jacobina y «centrada en el Estado», que siempre se ha enseñado en Francia bajo la influencia de un estado centralizado excepcionalmente poderoso. Esta historia se centra exclusivamente en el Estado y practica una especie de negación del pueblo francés y de la nación carnal que espero rehabilitar. Este artículo provocó un animado debate en aquellos círculos más apegados a la idea de soberanía, promoviendo nuevas ideas sobre la identidad nacional. Lo reproduzco tal y como se publicó en su momento.
Probablemente más conocido en Europa que en su natal América, Juan Pablo Vitali, colaborador del Círculo desde sus inicios (no recordamos si nosotros llegamos a él o él a nosotros–quién sabe), ha dejado hoy este mundo. No tenemos la soberbia de decir que sabemos hacia dónde conduce el viaje que emprendió; sin embargo, algunas palabras de Leilah Wendell vienen a nuestras mentes:
La energía sobrevive al fracaso de la carne.
Lo vemos todos los días en la naturaleza. Cada estación resucita a los muertos. Entonces, ¿por qué la humanidad ve la muerte con tanta finalidad, tanto desprecio abyecto y rendición?
No ven que su propio ser, sus propios cuerpos son simplemente microcosmos del Universo mayor; el macrocosmos.
Agradecemos al poeta y escritor por corporeizar, en forma de cultura, el mensaje del identitarismo criollo, por hablar en nuestra lengua y en nuestros términos, y también por tomar nuestras teorías y propuestas, traducirlas a lenguaje poético y llevarla más allá de nuestras fronteras. Y también agradecemos a la persona por su disposición a cooperar, a debatir, y a conversar.
Nuestros buenos deseos sean con él, esté donde esté.
«Cuando el hermoso Anfortas, que me había enviado esos regalos, perdió el amor y la felicidad, temí el oprobio, pues Clinschor domina el arte de la nigromancia y somete con sus poderes mágicos a las mujeres y a los hombres. No deja sin dolor a nadie noble.«