
Leer la primera parte aquí.
Hans Freyer sostenía que la historia es divisible en tres etapas de desarrollo: Glaube («Fe»), cuya máxima manifestación sería a través de la Gemeinschaft, Stil («Estilo»), donde la Gesellschaft surge como una forma de organización donde la sociedad estaría jerarquizada como resultado de la dominación de un grupo sobre otro; y el Staat («Estado»). Freyer había llegado a la conclusión de que la sociedad burguesa capitalista sólo podría ser superada por una revolución desde la Derecha, por medio de socialistas de Derecha cuyo principio rector no sería la guerra de clases, sino la restauración del sentido colectivo en un fuerte estado völkisch.
Freyer pensaba que era necesario forjar una totalidad cerrada basada en la reafirmación de la particularidad colectiva para integrar a los seres humanos que pertenecían a un mismo Volk, y que la única manera de restablecer este sentido de particularidad colectiva y el sentido de comunidad era crear una sociedad cerrada en la que el Estado se asegurara de que las influencias culturales e ideológicas extranjeras no interfirieran con la del Volk. En La sociedad abierta y sus enemigos, de 1995, Karl Popper entendería lo anterior como lo que él denominaría ‘sociedad cerrada’:
También ahora seguiremos llamando sociedad cerrada a la sociedad mágica, tribal o colectivista, y sociedad abierta a aquella en que los individuos deben adoptar decisiones personales.
Una sociedad cerrada extrema puede ser comparada correctamente con un organismo. La llamada teoría organicista o biológica del Estado puede aplicárselo en grado considerable. La sociedad cerrada se parece todavía al hato o tribu en que constituye una unidad semiorgánica cuyos miembros se hallan ligados por vínculos semibiológicos, a saber, el parentesco, la convivencia, la participación equitativa en los trabajos, peligros, alegrías y desgracias comunes.
A lo que una comunidad debería aspirar es justo a lo que Karl Popper condena. Al individualismo exacerbado de matriz liberal que socava el sentido de pertenencia y las relaciones de significado hay que contraponer la visión de la individualidad que surge desde la misma evolución del espíritu europeo. Mientras que el primero es la negación de lo colectivo como algo deseable e importante, lo segundo sería una característica etológica propia de las culturas de Europa occidental, donde la individualidad es especialmente valorada y donde el individuo está en una constante autoafirmación de su valor a través de su diferenciación respecto del grupo, principalmente del grupo más cercano (familia nuclear y familia extendida). Así, el primero sería la versión hipertrófica del segundo, manifestándose como desarraigo y separación, entronizándose mitos tales como el individuo como una minoría. No es difícil comprender por qué Occidente ha terminado produciendo visiones del mundo individualistas, teniendo en cuenta que su valoración del individuo se remonta al distante Paleolítico, en incluso el desarrollo del Derecho en Occidente ha apuntado a la protección del individuo.
Proteger los intereses genéticos étnicos de manera independiente a la existencia del Estado se hace particularmente difícil ante la existencia como dogma de la sociedad abierta, donde el tribalismo y el comunitarismo (formas de Gemeinschaft) serían precisamente los enemigos de esta forma de sociedad (Gesellschaft). Probablemente no exista una agencia dentro de la estructura funcional del Estado cuya misión sea perseguir a las sociedades cerradas, pero sí existen mecanismos intangibles que permiten la condena social y la proscripción de este tipo de sociedades a través de la estigmatización social.
Karl Popper identificaría ciertos principios de lo que sería la política espartana, los cuales, a excepción del último (que no estaría ausente sino que tomaría una forma desmesurada), conformarían la base para el surgimiento del totalitarismo:
(1) Protección del tribalismo detenido: cerrarse a toda influencia extranjera que pudiera poner en peligro la rigidez de los tabúes tribales.
(2) Antihumanitarismo: cerrarse, más específicamente, a toda ideología igualitaria, democrática e individualista.
(3) Autarquía: no depender del comercio.
(4) Antiuniversalismo o particularismo: sostener la diferenciación entre la propia tribu y todas las demás; no mezclarse con los inferiores.
(5) Dominación: someter y esclavizar a los vecinos.
(6) Expansión moderada: «La ciudad debe crecer sólo mientras pueda hacerlo sin alterar su unidad» y, especialmente, sin arriesgarse a la introducción de tendencias universalistas.
Más allá del tratamiento peyorativo otorgado a Popper a las características de una sociedad cerrada, lo cierto es que no por ello deber ser ignorados ni desechados, sino que tomados y filtrados a través de una visión anárquica y comunitarista, puesto que la Gemeinschaft, al caracterizarse por poseer relaciones de carácter orgánico y natural en vez de normativas e instrumentales, puede sobrevivir a pesar de la desaparición del Estado.
Tal como el Staat puede procurar la mantención en el tiempo de la Gemeinschaft (a través del Estado völkisch) y de la Gesellschaft, también puede destruir la Gemeinschaft (cf. el caso de las políticas de proporción racial de Singapur que rozan en el totalitarismo, donde el gobierno se encarga de mantener estáticas las proporciones raciales con el fin de dar estabilidad a los asuntos internos del país, impidiendo la proliferación de la Gemeinschaft debido a que podría ser problemática para el orden dentro del Estado multirracial). Por lo anterior, se hace más deseable (o menos indeseable) la existencia de regímenes gubernamentales de carácter democrático antes que de regímenes autoritarios o totalitarios, debido a que mientras el primero pudiera engendrar las condiciones para socavar la Gemeinschaft mediante la cultura, también podrían realizarse esfuerzos metapolíticos para contrarrestar esto; en cambio, el segundo tipo de régimen podría llegar al mismo fin mediante el uso y aplicación del monopolio de la violencia, lo que incorporaría una variable más difícil de tratar para la » sociedad mágica, tribal o colectivista», y también más desagradable.