Nima Sanandaji

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Nota: El siguiente texto es un extracto del capítulo 1 («Entendiendo el Éxito Nórdico») del libro «El Poco Excepcional Modelo Escandinavo». Unión Editorial, 2016.

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¿Es solo el estado de bienestar lo que diferencia a los países nórdicos?

Las experiencias de Suecia, Dinamarca, Finlandia y Noruega podrían fácilmente ser también utilizadas para argumentar a favor de políticas orientadas al libre mercado. También pueden ser utilizadas como advertencia de los problemas económicos y sociales que pueden surgir cuando la intervención del gobierno en la sociedad se vuelve demasiado grande. Para comprender la experiencia nórdica, uno debe considerar que un estado de bienestar grande no es lo único que separa a estos países del resto del mundo.[1]

Estos países también tienen una población homogénea e instituciones no gubernamentales que están adaptadas de manera única al mundo moderno. Los elevados niveles de confianza, una fuerte ética del trabajo, participación cívica, cohesión social, responsabilidad individual y valores familiares también son características de la sociedad nórdica que anteceden al estado de bienestar. Estas instituciones sociales más profundas explican por qué Suecia, Dinamarca y Noruega pudieron crecer tan rápidamente, pasando de ser naciones pobres a ricas en la medida en que la industrialización y la economía de mercado se introdujeron a fines del siglo XIX. También jugaron un papel importante en la creciente prosperidad de Finlandia después de la Segunda Guerra Mundial.

Esas mismas normas explican por qué los sistemas de bienestar de gran tamaño pudieron introducirse a mediados del siglo XX. La ética del trabajo y el alto nivel de confianza hicieron posible subir los impuestos y ofrecer generosos beneficios con un riesgo limitado de sufrir abusos o efectos indeseables sobre los incentivos. Es importante destacar la dirección de la causalidad, ya que esta parece ir desde culturas que poseen un importante capital social hacia estados de bienestar que no han tenido efectos adversos, pero no a la inversa. Además, los rasgos culturales se adaptan lentamente. Tomó tiempo construir los excepcionalmente altos niveles de capital social de las culturas nórdicas. Y tomó tiempo para que los tan generosos estados de bienestar comenzaran a desgastar la fuerte ética del trabajo de estos países.

La cultura y los estados de bienestar

¿Por qué las sociedades nórdicas poseen un énfasis inusualmente fuerte en la responsabilidad individual y un alto capital social?

La religión, el clima y la historia, todos parecen haber jugado un rol en formar estas culturas únicas. Más de cien años atrás, el sociólogo alemán Max Weber observó que los países protestantes del norte de Europa tendían a tener mejores niveles de vida, instituciones académicas de mejor calidad y, sobre todo, más cohesión social que los países católicos u ortodoxos. Weber creía que la causa del éxito de las naciones protestantes yacía en una “ética protestante del trabajo” (véase, por ejemplo, Nelson, 2010).

Según el académico sueco Assar Lindbeck, históricamente ha sido difícil sobrevivir como agricultor en el hostil clima escandinavo sin trabajar extremadamente duro. Fue por necesidad, entonces, que la población adoptó una cultura de gran responsabilidad individual y trabajo duro (véase, por ejemplo, Lindbeck, 1995, 2003). Lo que es único acerca de las naciones nórdicas no es solamente el clima frío, sino que, a través de toda su historia reciente, han estado pobladas de agricultores independientes.

La mayoría del resto de Europa tenía sistemas feudales, donde gran parte de la población eran siervos que carecían de propiedad privada sobre la tierra. Con la excepción de Dinamarca, el feudalismo no tuvo el mismo alcance en los países escandinavos. Muchos agricultores históricamente fueron dueños de sus propias tierras en Escandinavia.

El trabajo duro no solo fue una necesidad derivada de las bajas temperaturas, sino que también era altamente recompensado debido a una generalizada propiedad privada de las tierras.

Los homogéneos países nórdicos han adoptado culturas con gran cohesión social, dando como resultado la presencia de uno de los niveles de confianza más elevados en el mundo (Delhy y Newton, 2005; Bergren et al., 2008). Esto se mantiene cuando los escandinavos emigran: entre los norteamericanos, aquellos con orígenes nórdicos poseen los más altos niveles de confianza. Los norteamericanos de origen escandinavo incluso tienen niveles más elevados de confianza que las poblaciones nativas en sus países de origen (Uslander, 2008; Sanandaji, 2010a).

Esto sugiere que el origen de la cultura de éxito nórdica es previo al establecimiento del estado de bienestar moderno. Después de todo, la emigración a gran escala desde los países escandinavos hacia los Estados Unidos sucedió hacia finales del siglo XIX y principios del XX, antes del cambio hacia políticas de mayor intervención estatal.

Altos niveles de confianza, fuerte ética del trabajo y cohesión social son el punto de partida perfecto para una economía exitosa. También son la piedra angular para que las políticas propias del estado de bienestar den frutos (un alto nivel de cohesión social permite que los estados de bienestar y los impuestos elevados no tengan el mismo impacto sobre las costumbres laborales que esas mismas políticas podrían tener en otros lugares). Como se argumenta más adelante, sin embargo, estas políticas sí pueden afectar la cultura a largo plazo. Incluso sociedades con buen funcionamiento como las nórdicas han recibido, con el tiempo, el impacto negativo sobre los incentivos de la dependencia de las prestaciones sociales y de los impuestos. Los países nórdicos no solo introdujeron estados de bienestar, sino que también experimentaron con el socialismo en la forma de una economía centralmente planificada.

Esto es cierto, al menos, en el caso de Suecia, que, a través de sus famosas políticas de la tercera vía, intentó alcanzar una forma de “socialismo de mercado”. Las políticas de la tercera vía, sin embargo, fueron revertidas, y hoy son vistas como un experimento fracasado de corta duración.

Notas.

[1] Los otros países nórdicos como las Islas Faroe, las Islas Aland, Groenlandia o Islandia, no se sitúan en el foco de este libro. El motivo es que tienen poblaciones muy pequeñas y circunstancias geográficas muy distintas a las del resto del mundo. Con la excepción de Islandia, son partes autónomas de los cuatro grandes países nórdicos y no estados independientes.