El abstenerme de emitir mi opinión, por razones de estudio, durante el último «debate» respecto al tema del liberalismo y su posible vinculación con el identitarismo que se produjo entre dos autores de este sitio, me ha permitido contemplarlo desde una lejanía lo suficientemente apartada como para ordenar mis propios pensamientos respecto al tema y estructurarlos de una forma más o menos coherente y, más importante aún, acorde con la Identidad. Al respecto, debo decir que trataré el tema con total franqueza, como se ha hecho siempre por parte de los que ahora tienen el poder de la corrección política en sus manos, como Lenin o Gramsci, entre otros. Siempre con la verdad de sus planes por delante. A fin de cuentas, son los adversarios políticos los que son lo suficientemente tontos como para no investigar en busca de sus objetivos y medios, o como para no creer que sus palabras vayan en serio.
Así las cosas, me gustaría tratar varios puntos respecto al tema que nos convoca.
¿Puede una Identidad sobrevivir en un sistema liberal clásico? Sí. ¿Puede hacer lo mismo en un sistema socialista? También. Ahora bien, ¿puede el identitarismo, como grupo de ideas, (porque ideología no es, como explicaré en otro artículo próximamente) existir legalmente en un sistema liberal? Sí, los hechos presentes lo muestran. ¿Puede existir en un régimen socialista? Si entendemos esto último como un sistema totalitario, evidentemente no. Sobre esto, hay que hacer ciertas precisiones antes de seguir: Identidad e identitarismo son cosas distintas, así como libertad y liberalismo (o libertarianismo) son cosas distintas. Lo mismo pasa con lo social y la ideología del socialismo. Estar a favor de la libertad no necesariamente me hace un liberal, un partidario y adherente a la ideología del liberalismo (por lo que colocar a Vercingétorix como foto del artículo, si bien tuvo un golpe visual/emocional efectivo, a juzgar por los «me gusta» que recibió el artículo, no tiene ningún sentido, como si el galo hubiese actuado basado en un egoísmo propio del objetivismo de Ayn Rand. Pero aún así, felicitaciones a mi camarada Francisco Albanese, buen uso de la imagen en conjunto con el título, una manipulación emocional implícita del lector muy bien utilizada). De la misma forma, tener un sentimiento de comunidad basado en lo que sea (raza, clase social, Estado, etc) no me hace un socialista (en el sentido del socialismo científico de Karl Marx), distinción que los antiguos fascistas a lo largo y ancho de Europa supieron hacer muy bien. Max Weber, padre de la sociología, entendió muy bien esto, y en su obra «La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo» deja muy claro que no se puede considerar la actividad de un comerciante chino medieval como capitalismo ni tampoco el hecho de los vikingos construyeran la casa común de cada aldea, lugar donde hacían fiestas y reuniones la comunidad entera con recursos de todos, como socialismo. No es correcto calificar actividades y principios naturales al ser humano con nombres de ideologías que vinieron recién a aparecer en los siglos XVIII y XIX.
Retomando lo del inicio, sí, es más fácil para un movimiento identitario desempeñarse en la legalidad (nota aparte: como si esto importara) y tranquilidad de acción que permitiría la existencia de un gobierno libertario; mientras que, bajo un Estado latinoamericano indigenista fuerte (que es la posibilidad más cercana que tenemos, el denominado «socialismo del siglo XXI», porque si de verdad creemos que puede venir una dictadura marxista al estilo soviético es porque hemos estado leyendo mucho a Hermógenes Pérez de Arce. Sí, eso ya pasó, así que nada de que «Se acabó el queso filadelfia. Señora Bachelet, renuncie, ¡hágalo por Chile!») sería evidentemente más difícil y, en el peor de los casos, imposible, tanto por proscripción legal como por un mar de personas poco susceptibles de entender nuestro mensaje debido al lavado de cerebro llevado a cabo por el Estado (sí, esa situación es una que nunca, nunca, nos ha tocado, sería algo totalmente nuevo…)
Esto significa, por un tema de lógica, que debemos apoyar necesariamente al liberalismo, ¿cierto?
¿Cierto?
FALSO.
De acuerdo a la historiografia marxista, antes de llegar a la sociedad comunista, es necesario pasar por el socialismo, precedido por una dictadura del proletariado y, previo a eso, por una sociedad capitalista. Es decir, para los marxistas, cuya interpretación de la historia es de carácter lineal, se tiene, por necesidad, que pasar por una etapa capitalista (en la que, según ellos, estamos desde la Revolución Industrial y el surgimiento de capitalismo a un nivel generalizado) para luego, progresivamente, llegar a la tan ansiada sociedad comunista, sin clases y sin Estado. De hecho, es por esto que los marxistas llamaron «reaccionarios» a los movimientos políticos y sociales que surgieron de las alianzas entre la vieja nobleza de sangre y los campesinos, quienes se oponían la industrialización de sus países y al paso hacia sociedades regidas por los principios del liberalismo clásico. «Reaccionarios» porque reaccionan en contra del proceso histórico que, de acuerdo a los seguidores de Marx, tiene que ocurrir sí o sí: el proceso histórico revolucionario (de ahí lo de reaccionario como opuesto al revolucionario). Sabiendo esto, preguntémonos algo ¿los marxistas han realizado una exaltación a los ideales del capitalismo, aún considerando que es afín a su concepción de la historia? Claro, han existido alianzas transitorias entre movimientos políticos marxistas, comunistas o vinculados a estos, y partidos capitalistas, a lo largo de la historia, por razones estratégicas y concretas. Pero nunca, en el ámbito de la filosofía política, donde se mueve no el pragmatismo ni la realidad material, sino los fundamentos (siempre vitales e intransables) de tal o cual pensamiento, ¿algún pensador marxista le ha tirado flores al capitalismo, lo ha exaltado o lo ha defendido, aún cuando, repito nuevamente, el paso de una sociedad feudal y tradicional a una sociedad capitalista es un paso necesario hacia su camino al comunismo? Evidentemente no. Debemos entonces, nosotros, identitarios, ¿defender los principios del liberalismo?
En el ámbito de la realidad, Chile es un país con mayoría mestiza en donde cosas como legalización de todas las drogas (excluyo la marihuana, cuyos «daños», si es que los hay, son mínimos, así que dejémonos de mojigaterías) y el aborto son temas que a nosotros los criollos, por un tema matemático (somos menos) no nos afectaría de sobremanera, pero sí a la mayoría de las personas, o más bien, a la Identidad de la mayoría de las personas de este país. You know what I’m talking about. Por lo demás, un extremo individualismo no nos vendría mal como primer paso para librarnos de la nación chilena, creación magistral del Estado chileno desde su concepción. En aspectos como esos, entre otros, no veo inconveniente, todo lo contrario. Pero ojo, incluso en estos temas, lo creo así porque creo que es lo más les conviene a los criollos, a la raza blanca. Por tanto, esta última nunca deja de ser la unidad de medida de todo lo que pienso.
¿Creo que esto es útil o bueno para un país con mayoría blanca? Por supuesto que no. La raza es la nación y la nación son (o deberían ser) las personas de una raza en particular que viven en un sector geográfico determinado y que tienen vínculos culturales e históricos entre si. Por tanto, al contrario del liberalismo, lo importante en esta situación hipotética no sería la libertad ni mucho menos el individuo, sino la raza, y ese es el parámetro y punto de partida para todo.
¿Significa esto que se puede realizar una alianza estratégica entre libertarios e identitarios en países como Chile? Por supuesto. ¿Necesario? No sé, pero tienen buenos contactos y muchos recursos, cosa que mal no nos va a hacer y bueno, es una opción.
¿Se puede al mismo tiempo rechazar el liberalismo en otras latitudes o situaciones, o incluso como ideología, donde sería perjudicial para la raza blanca? Claro que se puede. Los del Pueblo Elegido se comportan distinto en Israel que en otros países. Que no les venga el ataque de moral ahora.
¿Cómo es posible mantener esa distancia entre «alianza estratégica por conveniencia» y rechazo del liberalismo en cuanto tal? A mi entender es sencillo y acá nos movemos desde el ámbito de la realidad al de la filosofía política: no se puede defender al liberalismo, a sus postulados o a sus principios (lector agudo: no se alarme, recuerde como arriba mencioné que libertad no es igual a liberalismo), porque en caso contrario socavamos a nuestro mismo pensamiento y a nuestro objetivo.
Para terminar, me gustaría precisar como Cristóbal Bellolio, fundador de Red Liberal, en una conferencia organizada por el movimiento Liberales UC el mes de noviembre del año 2014, enumera los elementos que conforman al liberalismo, elementos con los que se mostraron conformes los otros panelistas, señores Axel Kaiser y Hernán Larraín. Estos elementos (mínimos comunes denominadores de la amplia familia liberal, según sus propias palabras), basándose en John N. Gray, son:
1.- Individualismo normativo (es decir, no hay un referente externo colectivo, como por ejemplo la raza a la que uno pertenece, que determine lo que consideramos bueno o malo o como la persona se debe comportar), «ver a través de los ojos del individuo».
2.- Para Ronald Dworkin, la igualdad, en el sentido de que todos tenemos el mismo status (como la dignidad que tiene todo ser humano por el sólo hecho de serlo, según ha dicho Kaiser en muchas de sus conferencias y entrevistas), como personas, lo cual impide discriminar (en cualquiera de sus acepciones) en función a aspectos como la etnia, raza, religión, orientación sexual, etc.
3.- Principio de universalidad: los principios del liberalismo «se aplican sin importar necesariamente el contexto o la región o el territorio…» «Los liberales en estos tendemos a hacer un poco menos parroquianos que otras vertientes más sensibles al contexto, y en esto tenemos una diferencia con los grupos comunitaristas y con aquellos grupos multiculturalistas que pretenden establecer ciertas excepciones o diferencias de trato a algunos grupos…«
4.- No hay liberalismo sin idea de progreso.
¿Tiene el identitarismo un sitio dentro de esos postulados? Evidentemente, en lo que se refiere a la filosofía política, no. ¿En la realidad chilena y en el ámbito práctico? Puede que sí, yo por lo menos lo creo así.