Johanna Darcy

Armonía, evocación romántica sutil y delicadeza de espíritu son los valores que buscó rescatar la Hermandad Prerrafaelita, una asociación de pintores, poetas y críticos británicos, fundada en 1848 por John Everett Millais, Dante Gabriel Rossetti y William Holman Hunt.
Se llamaron prerrafaelitas porque consideraban que había sido a partir de la obra de Rafael Sanzio que la pintura había perdido autenticidad, con composiciones vacuas y carentes de sinceridad. Por esta razón, este grupo propugnaba en el regreso al detallismo minucioso y al luminoso colorido de los primitivos italianos y flamencos. Para lograrlo, se focalizaron principalmente en revivir el espíritu medieval y clásico con una técnica muy realista pero también brindando a los personajes un aura mágica.
Bajo la influencia del Romanticismo, los prerrafaelitas pensaban que la libertad y la responsabilidad eran en el arte conceptos inseparables. Sin embargo, su fascinación particularmente por la Edad Media entrañaba para ellos una integridad espiritual y creativa que se había perdido en épocas posteriores.
Castillos, bosques poblados por espíritus de paz, caballeros, juglares, princesas de excepcional belleza o escenas que reflejan misticismo y éxtasis espiritual, impregnados de poesía y encanto.
Para los prerrafaelitas lo esencial era el halo de ensueño, de sentimiento, de ideas, de imaginación, el misterioso cortejo espiritual en torno al hecho de conciencia primitiva; porque esencial e independientemente del hombre que contempla, corresponde al objeto, y está ligado a su apariencia como el significado de una palabra a la forma de las letras que lo componen. Este significado constituye el ser, la realidad.
Tal como expresa Borges en su poema «El Golem»:
Si (como afirma el griego en el Cratilo)
el nombre es arquetipo de la cosa
en las letras de ‘rosa’ está la rosa
y todo el Nilo en la palabra ‘Nilo’.