Henry de Lesquen

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Ahora podemos abordar el problema más difícil: el de la relación de la nación con la etnia. ‘Etnia’ es una palabra nueva; no es casualidad que apareciera en Francia.[1] Alemania, al igual que los otros pueblos que reivindicaron en el siglo XIX el «principio de las nacionalidades», tiende a confundir etnia y nación, porque un pueblo que quería constituirse como nación a la vez sólo podía hacerlo apoyándose casi exclusivamente en el criterio étnico. En Francia, una nación forjada por una larga historia, la situación es más compleja. Si la nación francesa pudiera identificarse con el grupo étnico francés, tendríamos que reclamar la Suiza francófona, Valonia, las Islas del Canal y el Valle de Aosta, y tendríamos que devolver Alsacia-Lorena a Alemania, Córcega a Italia, y dar independencia a Bretaña, Languedoc, Provenza. Esta cirugía étnica se aplicó al Imperio Austro-Húngaro después de la guerra de 1914-1918. Pero, precisamente, Francia no es un imperio: es una nación.

Los dos conceptos de nación y etnia difieren en que el primero es político y el segundo científico. Puede suceder que un grupo étnico tenga tan poca conciencia de sí mismo que no tenga un nombre propio aparte del que le habrá gustado darle a los eruditos. Mientras que una nación es, por definición, un mito movilizador y no puede existir fuera de la conciencia del pueblo. Cuando el ideal de la nación se apodera de un grupo étnico, es un fenómeno político que, desde una masa inerte, hace un agente de la historia. La etnia no desaparece, sigue estando detrás de la nación, y la nación reacciona sobre ella para modificar sus rasgos culturales, como el idioma o la religión… Aquí podríamos asumir la distinción marxista de infraestructura y superestructura, siempre que no olvidemos que las influencias son recíprocas.

Por lo tanto, incluso cuando una nación es monoétnica, es decir, homogénea, no se reduce a un hecho étnico. La nación es un ser, mientras que la etnia es una cosa. De ello no se deduce que, junto con las «naciones étnicas», como Alemania, haya una clase de «naciones no étnicas», incluida Francia. Ya sea Francia, o Inglaterra (Gran Bretaña), Holanda (Países Bajos), España (cuyo idioma es el castellano), sin mencionar Suiza, las naciones más antiguas se han formado alrededor de un grupo étnico preponderante. El grupo étnico francés, que no se confunde con la nación francesa, es preponderante dentro de él, en ambos sentidos del término: por un lado, es mayoritario, por otro lado, es hegemónico. Como los ciudadanos de una nación deben ser iguales, la hegemonía cultural y política de un grupo étnico implica que es numéricamente preponderante, ya que, si la hegemonía fue impuesta primero por las armas, luego se consiente libremente, en virtud del peso del número y el prestigio de las élites.

París está en el centro de países de lengua d’oïl, donde se formó el grupo étnico francés, y no en el centro de Francia. El lenguaje traduce la preponderancia de un grupo étnico en la nación por esta figura del discurso llamado sinécdoque, que consiste en designar el todo y la parte por la misma palabra. Así, Francia era ante todo sólo la Isla de Francia y hablamos de Inglaterra para designar a Gran Bretaña u Holanda para los Países Bajos.[2]

Además, los grupos étnicos son grupos vagos, que no tienen existencia legal o política. Entre los miembros más caracterizados de los diversos grupos étnicos que conforman una nación poliétnica, hay toda una gama de casos intermedios, que unen al corazón de la nación sus partes más atípicas. Pero los lazos que teje el ideal de la nación entre diversos grupos étnicos sólo son fuertes si la distancia cultural entre estos grupos no es demasiado grande. La asimilación de los italianos ayer, o la de los portugueses hoy, ha sido bastante buena, aunque llevó tiempo, mientras que la de las poblaciones inmigrantes del Tercer Mundo es inviable. Si ignoramos la relación de la nación con un grupo étnico, ignoramos su identidad real, a riesgo de aceptar políticas que socavan sus cimientos.

Notas.

[1] Roland Breton, Les Ethnies, P.U.F., Coll. « Que Sais-je ? », 1981

[2] Nótese este ejemplo no menos revelador de una sinécdoque inversa, que consiste en decir ‘América’ para referirse a los Estados Unidos.

Entrada original: https://clubdelhorloge.fr/la-nation-et-lethnie/

Traducción: Francisco JavGzo