Francisco JavGzo

Part 1: Capitalism, Socialism or a hybrid? - Rayy Global - Medium

Para bien o para mal, el camino del identitarismo se topa históricamente con el camino de la tercera posición (es decir, de los etnonacionalismos estatistas), siendo esta posición una innegablemente identitaria. Por esta vinculación histórica, resulta casi inevitable que ambas corrientes terminen confundiéndose cuando se miran desde el exterior, y también resulta casi inevitable que los partidarios del identitarismo que provienen ideológicamente desde la tercera posición carguen con vicios de ésta última.

Probablemente, el punto más débil de la tercera posición sea el referente a lo económico. Esto se debe principalmente a tres puntos:

1. El derrotismo político-cultural, donde se asume que siempre la tercera posición será perdedora (lo que, en el mundo actual, no está muy alejado de la realidad), por lo que no vale la pena realizar un esfuerzo mental en pensar en posturas económicas puesto que éstas no serán aplicadas.

2. La pereza mental, donde sencillamente busca copiarse algún modelo clásico, correcto y moralmente superior, y aplicarlo en el tiempo presente, en un espacio físico y cultura diferentes a los presentes en la aplicación histórica de dicho modelo; y,

3. El idealismo ciego, donde se asume que la humanidad está es un estado de dormición y que mágica y espontáneamente “despertará” y dejará de lado el presente neoliberal (y, con ello, sus celulares, sus laptops, Spotify, Netflix, y los malls) para dar paso a economías como las de Alemania o Italia de los años 30s.

En el caso del identitarismo, al no ser una corriente de pensamiento con marcos políticos definidos tales como el fascismo, liberalismo o socialismo sino una postura que podría realizar síntesis con posiciones políticas diversas si eso procurara la supervivencia de la identidad en el tiempo, el tema económico debe ser entendido desde la contingencia, comprendiendo que el ser humano como portador de la identidad— tiene el deber de adaptarse a los contextos históricos, pues de esa adaptación depende la permanencia de su identidad en el tiempo. Lo anterior implica que apegarse a formas obsoletas, actualmente inviables, no sólo es inútil e irresponsable, sino también podría costar la supervivencia.

Economía no es sólo hablar de escasez y riqueza, pues también hay que entender la sociedad, la cultura, geografía, etc., por lo que un modelo económico que funciona en un lugar dado no necesariamente funcionará en otro. Incluso, un modelo económico que pudo haber funcionado en un lugar A y en tiempo t = 1, podría no funcionar en el lugar A y en tiempo t = 2. No hay una fórmula universal, y no la habrá en tanto los seres humanos tengan estructuras psicológicas que los hagan tender a distintos modelos económicos. A diferencia de nuestra época, en tiempos paleolíticos la ausencia de alternativas económicas reducía las tensiones: sólo caza-recolección era posible, por lo que no había mayor conflicto respecto a si capitalismo, socialismo, corporativismo, etc. era el mejor modelo para la tribu.

Para el caso de Chile, el identitarismo criollo debería propender hacia el modelo económico que sea más favorable directa e indirectamente a la preservación física inmediata de las masas criollas (es decir, que sencillamente no mueran de hambre, frío y/o enfermedades) como también al modelo que también brinde más seguridades en el terreno de lo cultural, lo que significa dejar de lado el derrotismo cultural, la pereza mental y el idealismo ciego. No hay y no habrá modelo económico perfecto pero, al menos, el identitarismo debe hacer una reflexión respecto a cuál es el modelo más adecuado para el contexto actual, y cómo hacer que éste sea más favorable para las masas criollas. Optar por el nihilismo económico y la descontextualización histórica podría marcar la diferencia entre sobrevivir y no hacerlo, como también de la salud del grupo humano que se quiere perpetuar en el tiempo.