Por Alexander Dugin
Considero aliados a los «nacionalistas blancos» cuando rechazan al Modernismo, la oligarquía global y al capitalismo liberal que aniquila las culturas étnicas y tradiciones
El orden político moderno es visto como esencialmente global y basado en la mera identidad individual. Es el peor orden y debería ser destruido completamente. Cuando los «nacionalistas blancos» quieren reafirmar la Tradición y la cultura ancestral de los pueblos europeos, están en lo correcto. Pero cuando atacan a inmigrantes, musulmanes o a los nacionalistas de otros países (basándose en conflictos históricos, cuando defienden a E.E.U.U., al atlantismo, liberalismo o modernismo, cuando ellos consideran a la raza blanca (que produjo al modernismo en sus características esenciales) como superior y a las otras razas como inferiores, estoy en completo desacuerdo con ellos.
Más aún: no puedo defender a los blancos contra los no-blancos, porque siendo yo mismo blanco e indo-europeo, reconozco la diferencia de otros grupos étnicos como algo natural y rechazo cualquier jerarquía entre pueblos – porque no hay y no puede haber ninguna medida universal común para comparar las sociedades étnicas o los sistemas de valores.
Estoy orgulloso de ser ruso exactamente como los americanos, africanos, árabes o chinos están orgullosos de ser lo que son. Es nuestro derecho y nuestra dignidad afirmar nuestra identidad. No contra otros sino por cómo somos – sin resentimiento a otros o remordimientos hacia sí mismos.
No puedo defender la nación, porque la nación es un concepto burgués concebido por el modernismo para destruir a las sociedades tradicionales (imperios) y religiones e instalar pseudo-comunidades artificiales basadas en la identidad individual. Todo eso está erróneo. La nación es ahora destruida por las mismas fuerzas que la crearon en el primer estadio del modernismo. Las naciones han cumplido su misión de destruir la identidad espiritual y orgánica y ahora los capitalistas liquidan su instrumento adecuado en favor de la globalización directa.
Necesitamos atacar al capitalismo como un enemigo responsable de la creación de la nación como imitación de sociedad tradicional y por la actual destrucción de ella. La razón de la presente catástrofe yace profundamente en las bases ideológicas y filosóficas del Mundo Moderno. Y el modernismo es blanco y nacional (en el comienzo), volviéndose finalmente global.
Por tanto, los nacionalistas blancos deberían elegir su real bando: la Tradición (incluyendo su propia tradición indo-europea) o modernidad. El atlantismo, liberalismo e individualismo son formas de un mal absoluto para la identidad indo-europea, son incompatibles con ella.
Si los «identitarios» realmente aman su identidad, deberían estar con los eurasianistas, con los tradicionalistas, con los enemigos del capitalismo de cualquier bando político, pueblo, religión o cultura.
El ser anti-comunista, anti-musulmán, anti-Oriente, pro-EEUU y atlantista, hoy significa pertenecer al otro bando, significa estar de lado del Nuevo Orden Global y la oligarquía financiera, pero eso es ilógico, porque los globalistas consecuentemente destruyen cualquier identidad, excepto la individual, y hacer alianzas con ellos significa traicionar la esencia de la identidad cultural.
El problema con la izquierda es diferente. Es bastante buena oponiéndose al orden capitalista, pero carece de dimensión espiritual. La izquierda representa por sí misma otra forma de modernización – ésa es la razón de la oposición a los valores orgánicos, tradiciones y religión.
Por esto, estaría feliz de ver a identitarios de izquierda que defiendan la justicia social, por un lado, atacando al capitalismo y, por otro, a la Tradición espiritual atacando al modernismo.
El enemigo es uno: el orden global capitalista y liberal con la hegemonía norteamericana (dirigida también contra la verdadera identidad americana).
Podemos triunfar sólo si unimos nuestras fuerzas.
(Enlace original: Alexander Dugin on White Nationalism, Tradition and Global Revolution)
Traducción por Francisco Albanese.