Nota introductoria a la conferencia de Welf Herfurth en Santiago de la Nueva Extremadura (25 de Septiembre, 2016).
Hablar de disidencia es hablar sobre estar en desacuerdo respecto de una idea dominante. Una ideología que se aprecie, una forma de pensar que se aprecie, no puede situarse en el mundo a partir de la disidencia, porque cuando desaparece la idea hegemónica que da razón a la disidencia, esta disidencia pierde el sentido.
Podríamos decirse que el Pancriollismo es disidente, aunque definitivamente va más lejos que eso, va más profundo que eso.
Hasta el momento, el pancriollismo puede entenderse como filosóficamente anarquista, independiente si una persona se sienta o no afín al anarquismo como corriente de pensamiento. El solo hecho de pensar por uno mismo, la facultad de pensar, razonar y hasta organizarse según motivaciones que provienen del libre ejercicio de la voluntad, es ser filosóficamente anarquista. El criollismo, el pancriollismo, esta idea por la defensa, supervivencia y desarrollo de la identidad europea en suelo americano, está posicionado desde la etnofilia (o preetnofilia, dependiendo de la mirada), desde el interior, y ausencia de coerción. En el pancriollismo encontramos la autoafirmación del hombre europeo en América, y en él encontramos el impulso filosófico anarquista que rompe con lo establecido por la cosmovisión progresista y también rompe con las pasiones y debilidades del individuo. Y decididamente, rompe con los parámetros de la corrección y con el miedo a vivir, con el miedo al triunfo de la voluntad.
Pero el anarquismo filosófico representado por el criollismo actual va un poco más lejos que el mero cuestionamiento a la legitimidad moral de la figura del Estado. El anarquismo filosófico inherente al pancriollismo apela a la cooperación e inclusión entre semejantes, y también a la exclusión de todos los elementos que no están unidos por los mismos intereses. Se rompen los lazos con la sociedad como un conglomerado de nada, de átomos inconexos, y nacen lazos de significado y de lealtad étnica.
Este ejercicio de pensar no en contra de lo establecido, sino que de una manera que transciende las barreras de la mera reacción y hace de la voluntad humana el flujo conformado por la naturaleza, es la manera correcta de situar el pancriollismo y la explícita identidad blanca auto-consciente en el cono sur.
Pensar en identidad, pensar desde la identidad en un mundo que apuesta por un gran borrón que atomiza u homogeniza según el caso, es filosofar a martillazos, es filosofar en anarquía.
Muchas gracias.