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«Svyatovit» por Konstantin Vasiliev

por Juan Pablo Vitali

¡Ah Vasiliev! Tus estepas y las mías tienen el alma cansada
¡Estamos tan lejos, en la soledad de los campos de hielo!
Me acabo de enterar, que te mató un tren a los treinta y cuatro años
¡Ah Vasiliev! Sólo nosotros, los solitarios de las interminables estepas,
llevamos el peso cierto de los dioses.
Sólo nosotros sabemos, cuánto pesan estos cielos quietos y soñados.
Madre Rusia, debí nacer en tu seno
como el gran Vasiliev ¡Que la gloria sea con él!
El alma rusa es grande y su corazón terrestre inconquistable.
Ahora estás Vasiliev, con los otros suicidas en el onphalos de Eurasia.
Estás con Haushoffer, con Unger Khan
en el seno del gran mundo subterráneo,
donde los mercaderes no llegan, o son ejecutados.
Allí podrás pintar las lunas más terribles de la estepa,
Los guerreros perdidos, tus símbolos sin tiempo.
Allí podrás ejercer tu doctrina de arte entre la bruma.
Aquí en mi estepa del Sur, la misma soledad
me empuja el alma, hacia la última frontera antes de los hielos,
donde el aliento se acaba. Yo te recuerdo Vasiliev, en la simetría polar de tus mundos
a la sombra de las almas, de los símbolos, en la mutación del espacio
que sólo nosotros podemos comprender.
Hemos vivido en los abismos, pero tus águilas todavía vuelan
y tus guerreros, aún respiran en nuestras estepas.
Mi joven y eterno hermano Vasiliev:
El futuro es blanco, el futuro es nuestro.