Extracto de, un ahora clásico, artículo en Wall Street Journal:
Aún así, los franceses se las han ingeniado para desenvolverse en familia sin llegar al punto de convertirse en algo obsesivo. Ellos asumen que incluso los buenos padres no están al constante servicio de sus hijos, y que no hay necesidad de sentirse culpables por esto. “Para mí, las tardes son para los padres”, me decía una madre parisina. “Mi hija puede estar con nosotros si ella gusta, pero es la hora de los adultos”. Los padres franceses quieren que sus hijos sean estimulados, pero no todo el tiempo. En tanto, algunos infantes americanos están con tutores de mandarín y con prácticas para una pre-alfabetización. Los niños franceses son –por naturaleza- autodidactas en conjunto.
… el francés, creo yo, pareciera tener todo un esquema diferente para criar niños. Cuando les pregunté a unos padres franceses cómo disciplinaban a sus hijos, les tomó a algunos pocos unos cuantos latidos para comprender a qué me refería. “Ah ¿te refieres a cómo los educamos?” preguntaban. “Disciplina”, luego me di cuenta de la estrecha y rara vez usada noción que lidia con el castigo. Mientras, la “educación” (la cual no tiene nada que ver con la escuela) es algo que ellos se la han imaginado como algo que tiene lugar todo el tiempo.
Una de las claves para esta educación es el simple acto de aprender a esperar. Es este el motivo del por qué los bebés franceses que conocí mayoritariamente podían dormir por toda la noche de corrida, desde los 2 o 3 meses de edad. Sus padres no los atienden la segunda vez que empiezan a llorar, permitiéndole a los bebés aprender a cómo poder quedarse dormidos. Es esto también el motivo de por qué los infantes franceses felizmente se sientan en los restaurantes. En vez de estar todo el día goloseando como los niños americanos, ellos tienen que esperar hasta que sea la hora de la comida.
¿Pero qué es lo que realmente se está discutiendo acá?
Un trío de conceptos relacionados: jerarquía, roles y propósito.
En una sociedad aculturizada (también llamada multicultural) no hay definiciones culturales sobre el propósito de la familia, por lo que el único propósito aceptable son los intereses individuales y las metas políticas.
Pero con la cultura, la familia en sí tiene un significado, tal como pasa con la religión, ya que existe un arquetipo de un fin superior al mismo ser. Es así cómo la gente quiere encontrar un lugar en la sociedad jerarquizada basándose no en el dinero ni en la política, sino que manteniendo las tradiciones de dicha cultura.
De la idea anterior es que viene el sentido de los roles, como la idea en la que los niños sirven a la familia. Ellos no son el foco de la familia que se pone en disputa por algo de atención o bienes, como sucede en América, sino que son miembros de la familia con un rol específico: crecer, hacer lo que es correcto y preservar las tradiciones.
Como una sociedad liberal, democrática y multicultural, tenemos que considerar que nuestros más básicos supuestos pueden estar basados en mentiras. La mentira del individualismo es el punto inicial: no puede haber ni un sólo enfoque en el individuo ya que el individuo siempre es parte de un grupo más grande –familia, barrio, nación- y necesita creer en motivaciones mayores que aquellas del interés propio, tales como la cultura, las creencias, los valores y el honor.
Entrada original: http://www.amerika.org/politics/why-modern-children-are-such-brats/
Traducción por Andrés Ríos.