A veces parece que los mundos duales de la espiritualidad y el compromiso político son preocupaciones mutuamente excluyentes. La Eterna Vía Natural (Sanatana Dharma), por un lado, nos ofrece una visión profunda de armonía, verdad y unidad espiritual. La política, por el contrario, a menudo parece estar basada sobre el hecho de ver divisiones naturales entre las personas y maniobrar entre esas divisiones sociales con el fin de lograr un fin estratégico práctico. ¿Cómo podemos reconciliar el estar comprometidos en el mundo como activistas sociopolíticos, junto con el inevitable reconocimiento posterior de las diferencias naturales e inherentes entre los individuos y los diversos pueblos, al mismo tiempo en que está en un camino espiritual el objetivo que debe trascender el error egoísta de la mera identificación con el mundo social y material? Hay varios pensamientos que tenemos que reflexionar respecto a esto.
Primeramente, es importante entender exactamente lo que se entiende por la palabra “ego” (ahamkara, en sánscrito). El ego es un falso, o ilusorio, sentido de sí mismo que surge de la identificación con cosas, personas o situaciones que son realmente ajenas al verdadero y espiritual Yo (atman). Actuar a desde el ego es actuar desde una identificación errónea con un Yo artificial. Así, el término aham-kara significa literalmente “Yo hacedor”, o el Yo artificialmente construido. Cuando actuamos a partir de un sentido de ilusión (maya), o una falsa identificación con lo que no somos, actuamos entonces de manera egoísta. Por supuesto, hay una correspondencia causal natural y necesaria entre vivir egoístamente y posteriormente actuar a partir del egoísmo, egocentrismo, envidia, ira injustificada, lujuria, hedonismo y formas relacionadas de comportamiento. La identidad interior de uno dicta su comportamiento externo. Si nos identificamos con nuestro ser natural, espiritual, entonces estamos actuando en un manera espiritual y saludable. Cuando nos identificamos con la construcción artificial de nuestro ego, entonces estamos actuando de una manera fragmentada, ilusoria y poco saludable. En resumen, actuar a partir de cualquier sentido de identidad falsa, conjugado con las consiguientes emociones y motivaciones del egoísmo y así sucesivamente, es actuar a partir del ego (ahamkara).
En segundo lugar, si bien es cierto que, en definitiva, no somos simplemente estos cuerpos que actualmente estamos habitando, y que en última instancia trascendemos la materialidad en nuestra esencia espiritual como puro atman (alma), somos sin embargo seres espirituales teniendo una clara experiencia material. Mientras que el reino espiritual está poseído de realidad infinitamente más sustancial que la del reino empírico, lo empírico tiene su propia legítima realidad, y atiende las leyes naturales, integridad estructural y reglas que deben tomarse en cuenta.
La filosofía del Dharma nos demanda darnos cuenta de nuestra identidad espiritual última reconociendo simultáneamente el hecho de que actualmente nos encontramos en un mundo material con sus propias leyes inherentes que deben ser respetadas. Así, mientras que es egoísta identificarse únicamente con el cuerpo a expensas de la autorrealización espiritual, no es egoísta reconocer los hechos materiales concretos de las diferencias características en los seres humanos, las jerarquías sociales naturales, las desigualdades inevitables entre todas las personas, y las herencias genéticas… tanto como también reconocemos el hecho de que, en última instancia, es el atman espiritual que informa, y es superior, al cuerpo material. Se trata de cómo una persona puede muy fácilmente ser un practicante espiritual y un activista político al mismo tiempo. De hecho, yo diría que la única manera de comprender el significado metafísico detrás de las muchas diferencias naturales entre la gente que encontramos en el mundo que nos rodea es precisamente a través de una adecuada comprensión del Dharma, o Ley Natural.
En tercer lugar, los principios metafísicos y físicos de este mundo son una manifestación del Dharma y, por lo tanto, son un reflejo de la Verdad Eterna. Son precisamente las leyes de la naturaleza las responsables de las alteraciones sociales que han desembocado en la existencia de muchas posiciones políticas diferentes y en la inherente superioridad y la inferioridad de estas diferentes posturas. Debemos tener el discernimiento filosófico y la visión moral para reconocer las distinciones de las creencias sociopolíticas, y estar del lado de aquéllas que defiendan mejor los ideales del Dharma. Debemos ser capaces de reconocer mínimamente, por ejemplo, las siguientes realidades sociopolíticas:
a) El mal, la tiranía, el materialismo radical, la avaricia y la psicopatología son factores muy reales que actualmente habitan muchas de las instituciones del poder en nuestro mundo, tales como los medios de comunicación, instituciones académicas y los campos financieros y políticos, y que tales tendencias contrarias a la Ley Natural deben ser abiertamente combatidas.
b) La gran mayoría de la gente en cualquier sociedad es inocente en naturaleza, y sólo están faltas de liderazgo moralmente valiente y de orientación compasivo para tener la fuerza para volcarse hacia el bien.
c) El Dharma ofrece las soluciones más compasivas, lógicas y viables para la lucha contra la tiranía, dando a la gente común una verdadera voz, y formar una sociedad que se base en la justicia, el orden natural, la salud y la cultura espiritual.
Reconocer estas realidades sociopolíticas concretas no es una expresión del ego. Más bien, es una expresión inherente de la sabiduría yóguica y los poderes innatos de discernimiento que son el fruto mismo de la práctica espiritual, que, a su vez, es una expresión del Dharma. Ser un devoto de la Verdad significa tener la capacidad de aceptar que la Verdad como tal se manifiesta en cada esfera de la experiencia, incluyendo la política.
Nuevamente, identificarnos con la realidad de nuestra situación dada, ya sea espiritual o material, es vivir de acuerdo al Dharma. Confundirnos con una suposición errónea en alguna situación dada es ilusorio, y por lo tanto es un estado que surge del ego, y actuar de tal manera es vivir en oposición al Dharma. Reconocer simplemente el hecho de que el Dharma refleja la más alta forma de verdad, los principios organizacionales humanos, y cosmovisión accesible por la vida humana en esta Tierra, no es un reflejo del ego, sino un reflejo de la compasión hacia todos los seres. Tenemos un deber con el Dharma de preservar la realidad y honrar la verdad en todas las esferas de la actividad humana. Honrar lo que es verdadero no es egoísta. Es Dhármico.
A través de la práctica de la espiritualidad del yoga y la meditación, alcanzamos la capacidad de acceder a nuestra sabiduría inherente (jnana-buddhi) así como el poder de discernimiento (viveka) necesarios para guiarnos en nuestro crecimiento espiritual y en nuestras decisiones sociales, políticas, económicas y culturales en el mundo material. Desde la perspectiva de un sabio auto-realizado y desde el punto de vista eterno y trascendente del Dharma, no hay ninguna separación entre lo espiritual y nuestras preocupaciones mundanas. Ambas deben estar basadas en la verdad. En otras palabras, el líder político más grande es el sabio auto-realizado, el filósofo (parafraseando a Platón), el Chakravartin. Por otra parte, estamos llamados a defender la verdad en lo espiritual y los reinos políticos. Porque para el sabio, son uno.
Cualquiera que proclama ser una persona espiritual mientras que al mismo tiempo proclama un desdén por el activismo sociopolítico, en realidad malinterpreta la naturaleza de lo espiritual y lo político.
Lo que creemos
- El Nacionalismo Dharma posiciona la calidad sobre la cantidad, filosóficamente y en todas las decisiones políticas prácticas.
- El Nacionalismo Dharma lucha siempre por el orden sobre el caos; la belleza por sobre la fealdad; armonía por sobre el conflicto; lo natural sobre lo artificial; lo Absoluto por sobre lo relativo.
- Nuestra orientación es hacia lo Eterno, más que simplemente hacia la ilusión del materialismo.
- Luchamos por la unidad e integración de nuestro pueblo por sobre la discordia y fragmentación social.
- Lo natural y orgánico tiene prioridad por sobre lo artificial y tecnológico.
- Apoyamos la libertad, soberanía nacional y descentralización por sobre la tiranía, unión forzada y centralización.
- Defendemos los valores de la diversidad jerárquica por sobre el igualitarismo radical. La verdad, libertad y profundidad se expresan verticalmente, no horizontalmente.
- Adoptamos una moralidad firme por sobre la ética relativista.
- Exigimos la abolición de todos los ingresos no ganados mediante el trabajo. Todos los ingresos y fortuna deben ser ganados a través de creatividad personal, trabajo duro e ingenuidad positiva.
- Lo privado tiene prioridad por sobre lo público.
Entrada original: “Reconciling Spirituality with Political Activism” & “What We Stand For”. The Dharma Manifesto. Arktos Media.
Traducción: Francisco Albanese