Filippo Tommaso Marinetti es célebre por ser uno de los fundadores de lo que se conoce como “futurismo”, un movimiento artístico italiano (1909 – 1920) al que a menudo se le comprende que ha sido tomado por el fascismo reaccionario bajo la dictadura de Benito Mussolini. Lo que no es ampliamente sabido es que Marinetti había estado influenciado por el anarquismo a un grado considerable.
El manifiesto futurista original de Marinetti, publicado en 1909, había elogiado al “gesto destructor de los anarquistas”, mientras que al mismo tiempo glorificaba al patriotismo y la “guerra como la única higiene del mundo”. Para comprender esto, necesitamos rastrear alguna de las influencias definitivas de Marinetti. Quizás sorprendente para alguien relacionado con el fascismo, encontramos sus primeras influencias en el individualismo de filósofos liberales clásicos como Stuart Mill y Herbert Spencer. En Mill, encontramos una profunda suspicacia de las formas parlamentarias de representación y mediocridad gubernamental con su ‘paternalismo de estado’. Mill era partidario de una desigualdad de los ‘talentosos’ contrastada con la ‘mediocre’ sociedad de masas, aunque desarrolló este tema con benevolente moderación. Herbert Spencer llevó esto un paso más adelante, anticipando un darwinismo social anarco-capitalista donde la sociedad transcendería a la democracia parlamentaria mediante un libre mercado dinámico y revolucionario, eliminando la institución del estado con la ley de contratos y la ‘fraternidad de la competencia’ entre individuos productores. Spencer creía que eventualmente la evolución natural en una anárquica sociedad industrial libre produciría una raza de superhombres. Es en Spencer que encontramos el término ‘supervivencia del más apto’ (erróneamente atribuido a Charles Darwin).
Marinetti tomaría estas ideas ‘elitistas’ y las combinaría, primeramente con la filosofía de Henri Bergson, cuyas ideas cuyas ideas celebraban temas de dinámica de flujo universal, la importancia de la intuición, quiebres radicales con el pasado y de acción en el aquí y ahora: modernista, vitalista y científico, con énfasis en el arte y creatividad.
A partir de esto, Marinetti sería introducido al anarquismo por vía del sindicalismo revolucionario de Georges Sorel. Fue Sorel quien, a pesar de estar muy influenciado por el mutualismo proudhoniano con su actitud al cambio en gran parte no violenta, abogó por una casi redentora y romántica concepción de la violencia revolucionaria, creyendo que no podría haber coexistencia de la democracia y el socialismo y que solamente por una rápida y violenta ‘huelga general’ podría ser derribado el estado, y ser reemplazado por asociaciones voluntarias tales como cooperativas y uniones sindicalistas. Para ser justos con Sorel, su promoción de la violencia era a veces más como una metáfora en el sentido bakuninista del ‘impulso destructivo que es creativo’. Éste fue un principio metafísico que podría también haberse representado como una fuerza creadora, no sólo en los ejércitos revolucionarios u obreros huelguistas, sino a través de los inventores, artistas y músicos. De esta manera, la individualidad y originalidad estaban también comprendidas como evidencias de una mentalidad revolucionaria.
Cuando se combinaban con otras influencias definitivas de Marinetti, es decir, Nietzsche, estos conceptos yacerían los fundamentos filosóficos de lo que se transformaría en el futurismo. Si uno lee el Programa del Partido Político Futurista, es casi como si uno encontrara un anarco-sindicalismo nietzscheano sintetizado con nacionalismo revolucionario. Marinetti había intentado durante mucho tiempo hacer puentes entre el futurismo, patriotismo y el anarco-sindicalismo, estableciendo que ‘la autoridad no debería ser considerada como un obstáculo para las aspiraciones anarquistas’.
También escribió: ‘Una bomba en la mano de un anarquista es como el rifle en las manos de un soldado patriota: ambos son señal de rebelión y medios para alcanzar salud e higiene moral’.
En el ‘estado anárquico’ de Marinetti, el anarquismo no está asociado con la abolición del estado, que se asume como una noción simplista. Sin embargo, él es opuesto a cualquier ‘orden absoluto en asuntos públicos y sociales’. Más bien, Marinetti vio al estado anárquico como un tipo de autoridad que media entre los intereses conflictivos de la libertad individual y el interés colectivo, dos tendencias que serían simultáneamente amigables y antagonistas, pero fuera de esta interacción emergería un equilibrio dinámico e innovador, previniendo a la sociedad de volverse decadente y estancada. Por tanto, la violencia es un principio dialéctico en el estado anárquico, formado a partir de una élite de artistas e ingeniosos creadores: un ‘desinteresado gobierno del arte’.
Marinetti desarrollaría estas ‘embriagadoras’ ideas de una manera que rompían completamente con el pasado tradicionalista que la Italia fascista buscaba renovar. Considerando que Mussolini buscaba revivir el Imperio Romano y abrazaba una seductora doctrina de cesaro-papalismo donde el mundo antiguo y moderno estaban sintetizados bajo la bandera del fascismo, en vez de eso, Marinetti abogaría por un completo quiebre iconoclasta con el pasado, abrazando un culto a la modernidad y anti-clericalismo científico tecnocrático casi nihilista, viendo que el Imperio Romano aún estaba rondando disfrazado de la Iglesia Católica Romana, algo con lo que Mussolini estaba buscando hacer las paces, pero que Marinetti derribar completamente, promoviendo en vez de eso el amor libre y la abolición de la familia. En su plataforma del partido político futurista, Marinetti abogaba por una Italia ya no subyugada por el amor a un pasado glorioso, turistas y sacerdotes, pero al mismo tiempo abogaba por una Italia soberana por la vía de un nacionalismo revolucionario, educación patriótica del pueblo, un fin al analfabetismo, sufragio universal de todos los ciudadanos y ciudadanas basada en representación proporcional, divorcio fácil, reducción de servicio militar activo al mínimo mientras que al mismo tiempo promovía el entrenamiento militar en las escuelas, la socialización de la tierra con pago equitativo para hombres y mujeres, con no más de ocho horas diarias destinadas al trabajo, asistencia jurídica gratuita, protección al consumidor, libertad absoluta de prensa y las artes combinadas con la abolición completa de todos los partidos políticos para ser reemplazados con la descentralización y devolución de todas las administraciones públicas.
A la luz de esto, es quizás fácil ver cómo el futurismo fue visto como una amenaza para el surgimiento del estado fascista italiano y no es de extrañar que la policía secreta del Mussolini mantuviera a Marinetti bajo constante vigilancia, abriendo un expediente sobre él debido a supuestas actividades anti-fascistas.
En lugar del fascismo, Marinetti aparecía abogando por un estado futurista avant garde de intelectuales y artistas que liderarían a las masas en una sociedad que involucraría la mínima labor manual combinada con el máximo salario, dando al pueblo el tiempo y la libertad para pensar, crear y disfrutar las artes. Esta verdadera revolución italiana era vista como una alternativa a la revolución rusa y al tradicionalismo católico fascista ya que ubicaba al individualismo anárquico sobre cualquier colectivismo socialista o clerical pero también mantenía la ‘solidaridad’ y el patriotismo hacia ‘el paraíso anárquico de la libertad absoluta’ en términos casi stirneritas.
Por lo tanto, Marinetti previó una sociedad anarquista gobernada por la aristocracia de la mente, con artistas nietzscheanos similares a la utopía clandestina que Bulwer Lytton describe en The Coming Race, donde todos los individuos en la sociedad poseen poderes mortales en la forma de una energía llamada ‘Vril’. Fuera de este aparentemente violento enfrentamiento, un tipo de respeto mutuo se ha desarrollado y la sociedad ha evolucionado sin la necesidad de gobierno. El estado se ha marchitado en la cara de una clase anárquica superhumana de filósofos, artistas e inventores.
Lejos de ser un reaccionario fascista, quizás, en vez de eso, Marinetti fue un ‘anarco-futurista’. Previó una nación donde la modernidad se unía con el nacional-sindicalismo en una sociedad poblada en su mayoría, podría parecer, por anarquistas stirneritas amorales partidarios del amor libre al tiempo que eran dirigidos por una (casi sinárquica) elite artística filosófica parecida a la visión de Nietzsche.
Marinetti deja un legado contradictorio dado su presunto apoyo, colaboración y ministerio en el estado corporativo de la Italia fascista, aunque sin duda comprometido por la ascendente naturaleza totalitaria del gobierno de Mussolini, que había marginado y suprimido a todos los elementos ‘libertarios’, que quizás había permanecido más consistente a los anteriores principios anarco-sindicalistas. Mussolini mismo tuvo de padre a un herrero anarco-sindicalista, y en su juventud incluso tradujo trabajos de Kropotkin. Es como si, en el primer aspecto del desarrollo del fascismo (entendiéndolo como una herejía ‘izquierdista’) se hubiera internalizado al dios mitológico griego Jano, con una cara que miraba a ambos lados aunque nunca lo suficientemente capaz de reconciliar las dos tendencias, sea la rebelión anarquista con sus demandas de libertad, o la reacción fascista con su énfasis en el orden y la conformidad. Marinetti también personifica esta internalización de Jano, y es por eso que se podría considerar tanto un amigo como un enemigo para la causa del Nacional-Anarquismo. Sería necesario el surgimiento de un anarco-futurismo inspirado más por los contemporáneos de Renzo Novatore y Renzo Provinciali para personificar una oposición menos comprometida al autoritarismo estatal de reaccionarios tales como Mussolini, y del fascismo en general.
Referencias:
Berghaus, G. (1996). Futurism and Politics: Between Anarchist Rebellion and Fascist Reaction 1909-1944. Berghahn Books.
Tirdall, C. & A. Bozzolla. (2003). Futurism. Thames & Hudson.
Woodcock, G. (1963). Anarchism. Pelican Press.
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Entrada original: «Anarcho-Futurism: F.T. Marinetti, Friend and Foe». National-Anarchism: Heroes and Villains (ed. Troy Southgate). 2013.
Traducción: Francisco Albanese.