Discutiendo Sobre la Raza en un Mundo Globalizado[1]

por Welf Herfurth

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El tema de las razas y las diferencias raciales es algo que la mayoría de la gente evita. Algunos lo consideran de mala educación o poco amable. Otras dicen que es ofensivo y que su discusión debería estar prohibida por la ley. Una rama de los que están en esta categoría va tan lejos al punto de negar la existencia de las razas, utilizando argumentos religiosos, filosóficos, científicos (sic) y teorías morales para fundamentar su posición. Luego, algunos viajeros podrán concluir que las razas existen en forma difusa, algo casi sin importancia y podrán concluir que, por razones humanitarias universalistas, tales diferencias debieran ser abolidas.

Por supuesto, hay personas dentro de todas las razas que piensan que su origen particular los hace más sabios, mejores o superiores. El hecho de que esta clase de personas existan puede condicionar a los que prefieren no llevar el tema más allá. A veces este tipo de gente es derechamente ofensiva y algunos incluso tienen una mentalidad genocida. Sin embargo, esto no hace que la existencia de las razas en cuanto tal sea inválida. El chino antiguo que hablaba de los bárbaros, el hitlerista que se refugiaba en falsas estéticas o el judío sionista que cree que otras personas son entidades menores, son utilizados como excusa por aquellos que rechazan cualquier teoría sobre las razas que proclame su existencia.

No me asusta conversar sobre raza, pero porque estoy preparado para aceptar que las razas existen debo primero preguntarme “¿De dónde vengo?, ¿Qué significa eso?”.

Veo a la raza y a la especie como diferentes entre si. Definitivamente estoy de acuerdo en que los humanos como un todo somos una especie, pero en una misma especie tienes distintas razas. Es como en el mundo animal. Tienes perros, gatos, ballenas, delfines, ciervos, etc, pero en cada especie tienes diferentes razas. Puede ser una descripción simplista, pero tomo como ejemplo la especie de los perros. Tienes un pastor alemán, un schnauzer, un fox terrier, etc. Todos son perros, pero son diferentes, ya sea en aspecto, tamaño y temperamento. Si quieres se pueden mezclar, pero el sentido de individualidad puede que se pierda. En mi opinión, es lo mismo con los humanos. Todos caminamos en dos piernas, tenemos cabeza, brazos y piernas. Pensamos, tenemos necesidades y todos necesitamos amar y ser amados. Nos comunicamos entre nosotros y siempre nos hemos considerado como relacionados unos con otros. No hay duda de que somos, sin embargo, animales muy especiales (sé que la etiqueta de “animales” puede traer aparejada una cierta oposición religiosa, pero mi propósito pronto quedará claro). Esencialmente, tenemos consciencia de ser nosotros. Los filósofos han debatido por mucho tiempo esa noción. Es la capacidad de pensar en términos “mayores”, términos morales, de distinguir entre deseos y necesidades, de regular el impulso, de actuar socialmente, que hace a la especie humana especial. ¿Por qué deberíamos sorprendernos si la naturaleza ha equipado a cada una de las razas de forma ligeramente diferente?

Entre las diferentes razas notamos grandes diferencias. No sólo el color de piel, sino también en cómo actuamos en diferentes situaciones y en nuestras habilidades físicas. La raza negroide es generalmente una raza más física que la asiática o “india”, europea o semita. Tiene la bien conocida (siempre presentada en forma de cliché) habilidad en ciertos deportes y música, en la labor física y en la resistencia al dolor. Por otro lado, algunos grupos asiáticos tienen un CI más alto que el hombre blanco, junto con una habilidosa aplicación del ornato en la vida y la cultura. Los esquimales lideran en lo que se refiere a CI mientras que los grupos negros parecen ir al fondo de la escala. Luego, el hombre blanco es generalmente más práctico y científico. Los grupos semitas tienen la habilidad de formar intrincados sistemas de pensamiento gnóstico religioso y místico. De alguna forma, cada una es “mejor” que otra y en otros aspectos “peor”.

También hay diferencias entre las razas ya que cada una puede ser dividida en sub-grupos. Sólo tenemos que ver a los europeos. Son “blancos”, pero los italianos son diferentes a los suecos y los alemanes son diferentes cultural y temperamentalmente a los rusos. Pero estas diferencias se basan principalmente en sus hábitos, los que son influenciados por la cultura en la que viven. También hay algunas diferencias anatómicas. Supongo que podemos aplicar ese principio a la raza asiática. Los japoneses son más “bellos” que los vietnamitas y los chinos de la etnia han tienen una contextura más gruesa que los tailandeses. La calavera de un etíope puede ser fácilmente comparada con la de un senegalés y la legendaria colectividad de los zulúes contrasta con las estructuras sociales más libres de Sierra Leona. Y así.

Estas increíbles diferencias entre razas y variaciones dentro de las razas son algo natural. Podemos decir que Dios lo hizo así (si somos religiosos en nuestro punto de vista) o que la naturaleza lo hizo así (si somos evolucionistas). Sea como sea, lidiamos con un hecho de la existencia. Parece ser un hecho maravilloso. Estas diferencias en la humanidad no deben ser condenadas, sino sólo aceptadas. Una vez aceptadas, debemos celebrarlas. Si se tiene un punto de vista religioso podemos decir que si fue hecho de esa forma no debe ser saboteado. Si tenemos un punto de vista científico, podríamos decir que los procesos de la naturaleza tampoco. Me atrevo a decir que una discusión apropiada sobre la existencia de las razas implica una revolución en la filosofía de la corrección política.

Cuando viajo, siempre me encanta cruzar una frontera e instantáneamente estar en un mundo diferente. Sólo ir de Alemania a Suiza es impresionante. El paisaje puede ser el mismo así como lo puede ser la arquitectura, pero la gente y la cultura son diferentes. Y eso es lo que me gustaría preservar. Miren a Europa hoy. Tienes tantas razas viviendo en Inglaterra que más de la mitad de la gente de Londres no es blanca. Si vamos a otras partes del mundo árabe pensaríamos que estamos en Pakistán. Si vamos a India encontramos gente que quiere ser americana hablando sólo en inglés. ¿Qué efectos tiene toda esta pseudo-globalización en la economía de ese país? ¿Qué hay de la supervivencia del legado cultural de la gente nativa? Soy alemán, pero no me ofendería si gente en un país africano se enoja si hay muchos de nuestros turistas u hombres de negocios molestándolos. No me ofende como “hombre blanco” que malayos hayan pintado grabados enormes en los 50s con el slogan “Británicos vuelvan a casa” u “Hombre blanco: empaca tu opresión”. Siempre son los “números” y el “peso” lo que lleva a la gente a demandar un poco de espacio donde vivir. Tampoco me molestó cuando Libia mandó a casa a varios de sus trabajadores invitados o cuando Nigeria expulsó a sus inmigrantes ilegales. Ni tampoco me ofende cuando un islandés pregunta por qué necesita indios en su país. Pareciera que si todos estuvieran en su lugar siendo ellos mismos habría menos tensión y más respeto.

¿Dónde termina todo el placer por tener un “único mundo”? Imaginemos que cada persona en este planeta sea color chocolate con cabello y ojos oscuros. No más raza asiática, africana, europea o india. Asumamos por tanto que no hay más diversidad racial en las personas. Asumamos que pudiéramos enseñar un idioma, usar una moneda, derribar todas las fronteras y vivir en un enorme mercado. ¿Dónde estaría el beneficio? ¿De verdad creemos que eso por si solo haría mejor a la humanidad o haría de este mundo uno más armonioso, próspero o culturalmente mejor? Y por supuesto, ¿podemos asumir que si colocamos a la humanidad en una máquina para mezclar la diferenciación no reaparecería, quizás en una nueva forma, pero que aún operaría en los asuntos humanos?

Por supuesto que lo que es diferente a menudo tiene lo atrayente de lo exótico y uno no puede prevenir la mezcla de razas a pequeña escala. También en ciertos lugares en distintos momentos esto ha ocurrido a una escala visible, con fuerzas históricas y culturales operando para producirlos en largos periodos de tiempo para producir nuevos resultados. Pero cuando somos confrontados por aquellos que sugieren que debería ser la regla y ser un fin perseguido consciente y agresivamente, entonces debemos actuar para prevenir la destrucción a gran escala de las identidades singulares y luchar duro para preservar la diversidad de la humanidad.

No sé si hay una agenda que impulsa el resultado de un mundo único. Puede ser la ingenuidad, estupidez o avaricia de las personas lo que alienta esta visión. Aun así, he llegado a pensar que hay un incentivo por parte de liberales occidentales, de capitalistas de todos los colores, algunos teólogos y otros para crear un “mundo único”. Los “mejoradores del mundo” y los así llamados liberales están promoviendo la idea de que la diversidad es una “nada” aburrida. No puede haber ninguna duda de que estas perogrulladas que suenan bien servirán a aquellos que creen que derribando todas las barreras la humanidad está mejor dirigida, en un mercado universal. En lo personal, atacaría esa clase de “visión” como una monstruosidad. Prefiero las diferencias raciales y la diversidad. Y diría que no nos estamos yendo naturalmente a ser una Gran Raza Café, sino que estamos siendo inclinados a ello.

Sé que en la sociedad occidental actual discutir sobre raza es un terreno más bien peligroso en el que caminar. Pero estoy dispuesto a hacerlo. Creo que la supervivencia de las diferentes razas y culturas es tan importante como la supervivencia de las ballenas, elefantes y pájaros diferentes. Es una meta que vale la pena si se mantiene como una celebración de la diversidad, considerándose esta como algo esencial para el progreso humano. Aún somos una familia.

Para alcanzar tal meta, repudiaría cualquier noción de que una raza es mejor que otra en una jerarquía establecida desde el mejor al peor. Es precisamente porque las razas tienen diferentes habilidades, aptitudes y posibles defectos que esto no se puede hacer. Sólo me queda decir que las razas son iguales, pero al mismo tiempo diferentes. Podemos y debemos aceptar que estas diferencias están gravadas en nuestras culturas. Nuestras culturas son las ventanas a nuestras almas. Ellas definen cada una de las razas, cada uno de los subtipos, cada una de las personas. Estas culturas son tesoros. Ellas pueden ser apreciadas por cada uno de los tipos humanos, pero sólo pueden ser enteramente vividas y apreciadas por su grupo creador. De seguro una raza o una nación tiene el derecho de retener la cultura de su nación y su identidad en su propio país. ¿Dónde está lo arrogante en afirmar eso? Si una raza u otro grupo tiene una cultura entonces tiene el derecho a preferir quedarse con ella.

¿Podemos tener un mundo de personas en zonas definidas como una alternativa al Nuevo Orden Mundial de caos y destrucción? Quizás esa sea la máxima expresión del argumento que estoy expresando aquí. Pero la agenda de los políticos liberales, los medios de comunicación de masas y la industria del entretenimiento que promueven el multiculturalismo (que en mi opinión es de hecho una monocultura liberal) en las sociedades occidentales destruirá, en efecto, las culturas europeas. Sin embargo, su modelo está ahora siendo impuesto sobre otras personas como parte del imperialismo del  Nuevo Orden Mundial. Es un imperialismo extraño que viene a mantener lo conquistado de su cultura y luego a fundir sus desperdicios con los desperdicios de otros. Me complace notar que mucha gente se está rebelando contra este modelo.

Siempre me ha gustado viajar y ver el mundo. Me hace sentir que estoy vivo y que interactúo con la gente y los lugares. Nunca entenderé como la gente puede vivir solamente en un lugar y pensar que viven en el mejor lugar del mundo. Cada tierra puede ser un gran país, pero no hay algo como “el mejor lugar”. De forma similar podemos descartar la idea de la mejor raza. En un mundo que parece estar perdiendo su camino y yendo camino al conflicto debemos buscar las causas. Ellos no sólo mienten sobre la existencia de una  rivalidad entre las razas, ni tampoco este tipo de rivalidad ha llevado al mundo humano al borde de la destrucción. Si miramos hacia atrás en la historia, de seguro existieron conflictos entre razas y personas, junto con actos malvados. Sin embargo, el pasado también posee como principio a la diversidad como algo esencial para el progreso. Cualesquiera fueran las diferencias y las beligerancias que produjeran, estaba por sobre todo la idea de una cierta seguridad en la disposición. Esto ahora es desafiado por el falso anti-racismo del “mundo único”.

Conversemos sobre la raza. Veamos si la defensa de la raza ofrece un reto al “mundo único”. Ese es un buen punto para empezar. Si nos gustan los frutos de esta discusión, podemos llevarla más lejos. Puede ser una idea revolucionaria que se puede oponer a la falta de diversidad, a la conformidad, a lo pardo, lo destructivo y la globalización.

Todos somos iguales, pero no somos lo mismo.

(Traducción por Sebastián Vera)

 

[1] Herfurth, W. (2011). A life in the political wilderness. Portugal: Finis Mundi Press. Pp. 37-42.