Johanna Darcy & Francisco Javgzo
La sede del alma está ahí donde el mundo interior y el mundo exterior se rozan. Donde uno y otro se entrecruzan está el alma, en cada punto de contacto.
Friedrich von Hardenberg, ‘Novalis’. Himnos a la noche. 1800
Los Himnos a la noche (Hymnen an die Nacht) son una colección de seis cantos en los que la voz poética viaja hacia una noche alegórica, celebrando a la noche como un símbolo de lo misterioso y lo espiritual. Por medio de una serie de poemas y reflexiones, Novalis explora la idea de que la noche es un momento en el que el alma humana puede liberarse de las limitaciones del mundo físico y entrar en contacto con lo divino — abrazando la oscuridad como un medio para alcanzar una comprensión más profunda de la existencia y la muerte. En esta visión, la noche funcionaría como un velo que separa el mundo terrenal de lo trascendental, por lo que sumergirse en la noche permitiría al individuo conectarse con lo eterno. Los poemas expresan una profunda pasión por la espiritualidad y la búsqueda de la verdad a través de la contemplación de la noche.
La composición antes mencionada constituye una muestra esencial de lo que Novalis denominó «Idealismo mágico». Novalis, como el representante más genuino del Romanticismo alemán propone al Idealismo mágico como una explicación a la relación del hombre con el cosmos, relación que puede caracterizarse como intuición intelectual. Esta relación consiste en una salida del hombre de sí mismo y una proyección activa del sujeto sobre el objeto que conoce, la analogía que existe entre el alma individual y el cuerpo humano, por una parte, y por otra entre el alma del Universo. En esta perspectiva filosófica y espiritual, se abraza la idea de que lo divino y lo material están interconectados en un todo armónico y que la realidad es moldeada por la imaginación y la espiritualidad. Así, aquella intuición intelectual no es entonces una aprehensión pasiva de lo que se halla fuera de nosotros, sino más bien una actuación de nosotros sobre lo exterior al yo. Uniendo la filosofía con la espiritualidad, se combinaba la reflexión intelectual con la experiencia mística y la intuición.
Novalis creía que el mundo material y el espiritual no eran entidades separadas, sino que estaban intrincadamente entrelazados. Creía que la realidad cotidiana que experimentamos no es más que el reflejo de una realidad más profunda y espiritual a la que sólo se puede acceder mediante símbolos y metáforas. Abogando por la contemplación y la introspección como medios para trascender las limitaciones del mundo material y conectar con lo divino, consideraba que la capacidad de la mente humana para imaginar y reflexionar era una poderosa herramienta para explorar lo sagrado.
Para Novalis, el mundo de los símbolos y las metáforas no era sólo una herramienta para comprender el mundo espiritual, sino también un medio para comunicarse con él. Creía que los símbolos y las metáforas podían transmitir ideas y emociones complejas que no podían expresarse únicamente mediante el lenguaje.
La magia, en último término, será el arte de actuar sobre las cosas, de transformar la realidad. Esta actuación mágica del ser humano (en concreto, la del poeta) sobre las cosas constituye su auténtica tarea, su vocación: Imponer la idea y el espíritu sobre la materia, transformándola por medio del yo creador, simbolizando así el misterio mediador entre lo humano y lo divino.


